Más de una vez me han echado a la calle por reír donde debo estar llorando, por llorar donde debo estar riendo, por callar donde debo estar hablando, por hablar donde debo estar callado, por hablar en voz baja de la fe, por hablar en voz alta del amor. Más de una vez al año hago algo que no se puede hacer: pateo una piedra, levanto polvo que da deseos de toser. Me lleno entonces de optimismo, algo solamente quiero hablar, pero la piedra me cae encima y nunca puedo terminar. Más de una vez me han echado a la calle por no sentir respeto por las flores, por derramar comida en los manteles, por darle de mi alcohol a algunos niños, por desnudar de prisa a mis mujeres. Más de una vez no tengo diversión: más de una vez no tengo invitación. Más de una vez al año hago algo que no se puede hacer: pateo una piedra, levanto polvo que da deseos de toser. Me lleno entonces de optimismo, algo solamente quiero hablar, pero la piedra me cae encima y nunca puedo terminar. Más de una vez me han echado a la calle por correr donde duermen los enfermos, por fumar en los palcos del teatro, por hacerle una mueca a mi maestro, por llevar la cicuta en el bolsillo desde que iba al colegio con un perro, desde que me rompían la cabeza por hablar demasiado del horror y decirle asesino a un pescador. Más de una vez al año hago algo que no se puede hacer: pateo una piedra, levanto polvo que da deseos de toser. Me lleno entonces de optimismo, algo solamente quiero hablar, pero la piedra me cae encima y nunca puedo terminar. |