¿Como sera la educación en el futuro?

¿CÓMO SERÁ LA EDUCACIÓN EN EL FUTURO?

La tecnología digital transformará por completo cada ámbito de la vida, desde la forma de desplazarnos de un lugar a otro, de trabajar, comer, vestirnos, comunicarnos… y por supuesto, aprender. El viejo sistema basado en el profesor dictando cátedra quedará por fin enterrado. ¿Cómo serán las aulas y los sistemas de aprendizaje en una década?

En principio, la tecnología llegará para quedarse. La realidad virtual (RV) y la realidad aumentada (RA) harán que los alumnos vivan experiencias de verdad inmersivas (nada que ver con los videos a los que hoy podemos acceder en YouTube o en los todavía muy perfectibles visores tipo Oculus, Sony o PlayStation). El verdadero salto será cuando llegue la tecnología 5G y se pueda llegar a tal número de datos en un video que el cerebro no sepa distinguir si se encuentra o no en una situación ficticia.

La experiencia será tan realista que los alumnos podrán vivir la experiencia de una sesión del senado en la antigua Roma o la salida de los mexicas del mítico Aztlán, su largo peregrinar por tierras chichimecas y su llegada al inmenso y hermoso lago. Pero lo harán con una inmersión absoluta, con lo que se conocerá como fotorrealismo total. Serán, en una palabra, un personaje más en esa historia. “Estarán” ahí.

El gran diferenciador será un hecho que los pedagogos conocen muy bien: los seres humanos aprendemos cuando la emoción va unida a la información. Al “vivir” los acontecimientos nos podremos relacionar con ellos de modo que los comprendamos a profundidad y no los olvidemos jamás.

Con estas tecnologías los estudiantes de medicina no tendrán que experimentar más con cadáveres humanos: podrán “hacer” cirugías en una experiencia virtual que será casi exacta a la de realizar un trasplante de corazón, por ejemplo.

Otra de las grandes ventajas que traerá la RV, según los expertos, es que permitirá a las nuevas generaciones tener las experiencias de otras personas en situaciones socioeconómicas distintas, por ejemplo, o experimentar lo que viven los migrantes al pasar la frontera. O habitar en una favela. O ser miembro de alguna minoría y sentir la discriminación. De ese modo estarán en los zapatos de otros y podrán ejercer la empatía, logrando sociedades más tolerantes.

La otra gran revolución será la de la inteligencia artificial (IA). A menudo pensamos en la robótica sólo como artefactos humanoides, pero esto es una distorsión hollywoodesca. En realidad, la IA estará en todas partes, empezando por nuestros teléfonos inteligentes, y en los dispositivos tipo Alexa, de Amazon, o Watson, de IBM.

Los niños jugarán con estos dispositivos, que los podrán acompañar a todas partes, ayudarlos con sus tareas y darles toda la información existente en el mundo en una fracción de segundos.

Esta “descentralización radical” del conocimiento llevará a la descentralización radical de la innovación: en un futuro, está predicho por los futurólogos, habrá literalmente miles de millones de personas conectadas a internet colaborando entre sí con ingentes cantidades de datos a su disposición, creando nuevas formas de resolver los problemas. Las innovaciones serán tan constantes que ya no podrán siquiera ser cuantificadas: sucederán por cientos o miles en un solo día y serán compartidas en todas las direcciones, enriqueciendo el conocimiento humano de una manera hoy inimaginable.

El aula invertida

Al ya no ser los profesores los guardianes del saber, se dará un giro radical en el sistema de aprendizaje: algo que ya se está viendo y que se conoce como “aula invertida”, o Flipped Classroom. Consiste en que los alumnos buscan en línea los contenidos, los estudian y preparan en casa y al salón de clases llegan sólo para recibir retroalimentación de sus profesores, ahora convertidos en facilitadores. De esta forma los estudiantes se empoderan y entusiasman verdaderamente con lo que van descubriendo. Esto provoca una mayor interacción humana, porque el maestro pasa 100% de su tiempo hombro a hombro con sus alumnos, guiándolos en sus hallazgos creativos. Una de las precursoras de este sistema es Esther Wojcicki, quien fundó el programa Palo Alto High School Media Arts, en Silicon Valley. Ella no “alecciona” a sus pupilos, sino que los ayuda “a ser exponenciales” y a aprender por ellos mismos. Propone que utilicen 20% del tiempo en desarrollar un proyecto que les genere pasión y ha llegado a la conclusión de que una de las habilidades más importantes que se le pueden enseñar a cualquier joven es el periodismo. ¿Por qué? Al practicar el periodismo aprenden a investigar, a trabajar realmente en equipo (pues tienen que presentar un entregable, ya sea una app, una revista, un periódico o una página web), a distinguir las falsas noticias de las verdaderas (porque las están generando ellos mismos), y a comprometerse con las causas que los afectan localmente (y en general, de manera global). Del periodismo se puede pasar al activismo responsable, afirma Wojcicki. Jóvenes con este tipo de educación difícilmente votarían en un futuro por populistas de ultraderecha como Donald Trump.

La universidad en línea Khan Academy se plantea “proveer de una educación gratuita de clase mundial a todos, en todas partes”. Casi 80 millones de personas, de 190 países se han registrado para ver alguno de sus 7,000 videos existentes.

En efecto, lo que es preciso enseñar a los jóvenes hoy en día es a distinguir entre noticias falsas y verdaderas, y a investigar en fuentes confiables. Diferenciar la opinión irresponsable (tan típica de las redes sociales) de la opinión informada. Y la mejor forma de llevarlos a las fuentes confiables es con las plataformas diseñadas justo para expandir el conocimiento.

Plataformas como edX o Coursera ya están cambiando el mundo, y lo que vemos es apenas el comienzo. Ofrecen cientos de cursos gratuitos de universidades de todo el mundo, desde Harvard y Berkeley hasta la que uno se pueda imaginar. Otra plataforma, Udemy, tiene cursos con precios del orden de 200 o 300 pesos. Los emprendedores de otra de estas plataformas, Udacity, se reunieron directamente con los empresarios de Silicon Valley y les preguntaron qué necesitaban para satisfacer su demanda laboral, y así crearon los “nanocertificados”: cursos de cinco o seis meses en temas como robótica o programación. Los egresados obtienen contratos de inmediato.

Quienes están detrás de esta nueva forma de educar quieren pasar del concepto de élite al concepto de accesibilidad total. Es la filosofía que está detrás de todos losnMassive Open Online Courses, o MOOC, que son cursos abiertos para todos.

La forma de presentar los cursos también es revolucionaria. iTunes U ofrece maestrías y cursos “como si estuvieras viendo una serie de Netflix”. Nada más en YouTube se ofrecen cientos de miles de videos de aprendizaje, muchos creados por los usuarios mismos, en un afán de compartir conocimientos.

El fundador de las pláticas TED, Chris Anderson, señala que estamos en el renacimiento de la oratoria, del ágora, como en la vieja Atenas. Sostiene que al escuchar sobre muchos temas de diferentes tópicos en un mismo espacio de tiempo, está uno expuesto a la revelación del “hilo secreto de todo el conocimiento”. Es el “saber contextualizado”, la nueva forma de aprender.

Otro visionario es Salman Khan, el fundador de la Khan Academy. Sostiene que lo que aprendamos debe estar ligado a problemas que pueden resolverse en la vida real. Pone un ejemplo: el cálculo de probabilidades, que se estudia en la materia de matemáticas, puede resultar árido. Pero la genética, que se estudia en la materia de biología, tiene todo que ver con el cálculo. Si se rompiera la barrera de las materias (esto se ve “en mate” y esto “en bio”), y se estudiaran las dos cosas atendiendo a resolver un enigmagenético, adquiriría sentido y la gente se podría relacionar fácilmente con ese tema.

La Academia Khan se basa en videos hechos de forma simpática y amigable. A los videos la gente los puede pausar, así que ningún niño se queda atrás (lo que siempre sucede con el sistema tradicional). Tampoco ocurre que los alumnos pasan con 60, 70, 80 o 90% del aprendizaje. ¿Dónde quedó el otro porcentaje? Aquí pueden aprender todo al 100% antes de pasar al siguiente video, a su propio ritmo.

La educación interminable

Salman Khan comenta que con este método ningún adulto se sentirá avergonzado por lo que no pudo aprender años o décadas atrás. Aquí hay educación para todos, en cualquier momento de la vida. Esto encaja a la perfección en los tiempos que estamos viviendo, de la educación interminable. Antes una carrera duraba de 30 a 50 años. Uno estudiaba cuando tenía 20 años y se podía olvidar de las aulas por el resto de su vida. Vamos a llegar un momento en que cada dos o tres años la gente tendrá que reescalar su carrera y reaprender nuevos conceptos. Lo podrán hacer en la comodidad de su casa, a su propio ritmo. Algunos dirán que esto es engorroso, pero para muchos otros, el hecho de nunca dejar de aprender es un panorama absolutamente estimulante.

Todas las plataformas educativas abiertas buscan una democratización radical del conocimiento. Se oponen a la educación de élite, exclusivamente para los ricos. Este es uno de los grandes problemas que enfrenta la humanidad, según Khan. Las familias buscan la mejor educación para sus hijos pero, en muchas ocasiones, se olvidan del interés y el bienestar de los niños de enfrente. “Ser egoísta es inherente a la naturaleza humana –dice–, pero no es aceptable que sólo 1% de la población entienda lo que está pasando y tenga las herramientas para sobrevivir. Si no perseguimos la educación del vecino, el sistema democrático no funcionará y estaremos permitiendo que sigan surgiendo los extremismos”. En otras palabras, si no reducimos la brecha de desigualdad (y la educación es la mejor herramienta para lograrlo) habrá más líderes polarizantes, que producirán más enojo en la población y que llegarán al poder a través del odio.

Otro de los grandes expertos de la educación a nivel internacional es Ger Graus, quien también impulsa los sistemas incluyentes y democráticos, en contra de los elitismos. Neerlandés de nacimiento y británico por adopción, es asesor de la OCDE, del Consejo de Europa y de la Asociación para el Aprendizaje del Siglo XXI. Fue nombrado Oficial Honorario de la Orden del Imperio Británico por sus servicios a los niños y trabaja para un mexicano excepcional, Xavier López, el empresario detrás de KidZania (que se ha convertido en una de las compañías de entretenimiento y aprendizaje de mayor crecimiento en el globo, pues ya están en 24 ciudades de los cinco continentes y tienen en puerta otras 20 para los próximos meses). Graus es director global de educación de esa firma, que nació en 1999 en el Centro Comercial Santa Fe de la Ciudad de México.

El concepto clave que maneja es que “los niños sólo pueden aspirar a lo que saben que existe”. Si se les presenta un entorno limitado, van a querer reproducirlo y no llegarán más allá. Y esto debe hacerse desde una edad muy temprana: “A los cuatro años, pues esa es la etapa en la que se forman estereotipos como el sexismo”.

¿Qué tienen en común China, Singapur, Hong Kong, Estonia y Finlandia, las naciones con los mejores sistemas educativos del mundo? Que priorizan la calidad de los profesores, con exigentes y continuos exámenes de oposición.

Cuando se desempeñó como director del sistema educativo de Sheffield, Inglaterra, atestiguó que los infantes de escasos recursos que vivían cerca del aeropuerto, al preguntárseles qué querían ser de grandes, contestaron que serían choferes, maleteros, boleros o vendedores de periódicos. No tenían en mente que podían ser también pilotos de avión porque eso no era lo que veían en su entorno. Afirma que si los niños pueden ver y tener la experiencia cercana del entorno de un piloto, por ejemplo, pueden aspirar a eso.

“Mientras más desfavorecido sea un niño, más opciones diferentes se le deben de presentar”, afirma Graus. La educación debe enfocarse en la inventiva y en el emprendedurismo desde la más tierna infancia, asegura. Para todo esto, la escuela debe combinarse con las experiencias extramuros. “¿Por qué se enseña pintura a los niños en un salón de clases en lugar de llevarlos al estudio vivo de un artista para que vean cómo trabaja?”, se pregunta. Por ello avala, pedagógicamente, lo que se hace en un lugar como KidZania, donde los pequeños tienen experiencias de lo que pueden ser laboralmente en el futuro a través del juego de roles. Esto debe hacerse una y otra vez, señala el experto, con las más variadas opciones y sin prejuicios o estereotipos (por ejemplo, que vean que hay pilotos de avión mujeres y hombres sobrecargos).

La realidad virtual, la inteligencia artificial, la robótica, las plataformas disruptivas, la descentralización radical del conocimiento, la educación interminable y un nuevo proceso exponencial de democratización volverán completamente obsoleta la escuela del pasado, basada en la memorización, los exámenes y la figura del profesor como el guardián del saber.

En un futuro, consideran algunos visionarios, la humanidad no tendrá que trabajar más que cuatro o cinco horas al día. Habrá una renta universal para todos los ciudadanos y las máquinas (impulsadas por la energía solar) harán todas las labores repetitivas. A las personas sólo les tocará el trabajo creativo y de contacto humano. Ahí encajará el concepto de una educación que jamás termina, porque el conocimiento nunca se acaba. Ahí estarán las plataformas y la inteligencia artificial para ayudarnos tanto a capacitarnos para el trabajo como a crecer como los seres multidimensionales que somos.

La educación hoy

El 3 de diciembre de 2019 se dieron a conocer los resultados de la última prueba PISA a nivel mundial, y si aún piensas que Finlandia sigue siendo el país número uno en educación, estás fuera de noticias. Desde hace años esta nación ya no encabeza el ranking global, sino los territorios asiáticos: Macao, Singapur, Hong Kong, Corea, Japón y, ahora, China.

Los estudiantes chinos triunfan en todos los ámbitos: matemáticas, ciencias y lectura. Les siguen Singapur, Macao, Hong Kong, Estonia y Finlandia. Y aquí aparece algo que tienen en común estos países: todos ellos, tanto asiáticos como europeos, poseen un sistema que premia a los mejores maestros, y no sólo es en el ámbito académico, sino en el social. Los profesores mejor calificados son quienes están en el aula, frente a niños de primaria, y son altamente valorados y respetados por la sociedad. Para llegar a ser maestros deben pasar exigentes y continuos exámenes de oposición. ¿Algo por aprender en México (último lugar de la OCDE en todas las disciplinas en la prueba PISA) después de una nueva reforma educativa que echó para atrás la pretensión de evaluar a los profesores en activo?

25.4 millones de estudiantes de educación básica hay en México.

 

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