lunes, 7 de marzo de 2022

La revolución de la educación

 

LA REVOLUCIÓN DE LA EDUCACIÓN

La educación se está reinventando. A pesar de la titulitis crónica que padecemos en España, el mercado laboral está abandonando ese afán de coleccionismo para centrarse más en habilidades alternativas, como la disposición a aprender. La formación, por tanto, debe adaptarse y el proceso pasa por romper con el método tradicional de aprendizaje.

LOS NUEVOS GURÚS DEL APRENDIZAJE

Uno de los impulsores de este cambio en nuestro país es Pablo Rivas, CEO y fundador de Global Alumni. Esta EdTech (Educational Technology) hispanoamericana hace accesibles las mejores universidades del mundo independientemente del idioma, país de residencia o tiempo disponible del estudiante.

Su proyecto surge como respuesta a la insatisfacción que sintió tras cursar su MBA (Máster en Administración de Negocios) en España y darse cuenta de que los contenidos no le dotaban de los conocimientos necesarios para desenvolverse en la sociedad contemporánea: cambiante, globalizada e hiperespecializada. El patrón se repite en la mayoría de las instituciones educativas nacionales. Elresultadoson cifras desalentadoras, como los 80.000 puestos de trabajo digitales que no se cubren en España o el 30% de universitarios españoles que no encuentra trabajo cuatro años después de graduarse. "La mayoría de las universidades españolas enseña igual que hace más de 50 años en un mercado laboral que no se parece ni al de hace 10", comenta Pablo, que en Global Alumni colabora con entidades de primer nivel como ESADE, UCLA, Berkeley, MIT y Chicago.

En 2017 otra iniciativa se sumaba al desafío de romper la brecha de habilidades. The-PowerMBA es un concepto disruptivo de escuela de negocio que ofrece un programa por menos de 500 euros e invirtiendo solo 15 minutos al día. Procura ser una solución para quienes no tienen el tiempo ni el dinero que requieren los másteres actuales de Administración de Empresas. Ya han pasado más de 20.000 personas por sus formaciones online, que se actualizan cada semana con lecciones de emprendedores y directores de éxito a través de videos en formato microlearning. No ofrece titulación homologada pero tampoco pretende hacerlo. "Se trata de aprender constantemente, no de cuantos títulos tienes", explica Hugo Arévalo, presi dente de la startup. Tan convencido está del valor de su producto que asegura que "o vas a las mejores universidades del mundo o haces ThePowerMBA".

MÁS ALLÁ DE TÍTULOS, EL MERCADO QUIERE HABILIDADES HUMANAS

El mismo año, la inmobiliaria Colonial se acercaba al sector de la educación adquiriendo Utopicus, la red de coworking nacional de referencia. Sus espacios fomentan la colaboración y su ecosistema de aprendizaje está enfocado a desarrollar las habilidades más humanas. Sus programas buscan despertar la mentalidad flexible, curiosa y proactiva que requiere el mercado. Cada taller comienza con un módulo de autoconocimiento y se presta especial atención a habilidades como la inteligencia emocional, la creatividad o la gestión del tiempo, fundamentales para construir equipos efectivos. "Por mucho que la tecnología avance, lo que hay detrás son las personas", dice Rafa de Ramón, fundador de Utopicus. Fiel a sus comienzos creativos, su programación va más allá de aprendizaje e innovación organizativa para tocar temas relacionados con arte y cultura, wellbeing y sostenibilidad o diseño y arquitectura. "Hoy no es suficiente con ser el mejor abogado, también tienes que entender cómo piensa tu programador, qué es el SEO y qué valores vinculan a tus colaboradores y tu empresa", añade Rafa.

Sea acercándonos las mejores universidades del mundo, ofreciendo un formato accesible o tratando de formar a un profesional más holístico, estas iniciativas se han puesto las pilas para que aprendamos tan rápido como cambia el mundo. ■

A CIEN AÑOS DE LA SEP José Vasconcelos

 

A CIEN AÑOS DE LA SEP José Vasconcelos 

Con cariño por el padre, admiración por el intelectual fundador justo hace 100 años de la Secretaría de Educación Pública (SEP), y con ello del proyecto cultural más grande del siglo XX mexicano, sin olvidar al político que fue virando a la derecha hacia el final de su vida, Héctor Vasconcelos evalúa a José Vasconcelos y el contexto en el cual desarrolló sus proyectos:

“Lo primero que me viene a la mente es cómo estaba México hace 100 años: el analfabetismo andaba por ahí de 70%, no llegaba a 30% el número de personas alfabetizadas. En ese contexto tan distinto, en el que no había sistemas de comunicación, ni radio ni televisión y mucho menos redes, fundar una Secretaría de Educación Pública fue indispensable para el país, y explica en cierto sentido todo el desarrollo subsecuente de México, porque la educación tiene que ver con todos y cada uno de los aspectos de la vida de la gente.”

Lo describe como un proyecto integral en el cual se incluía de manera fundamental la cultura, y particularmente las artes: música, danza, artes plásticas, la pintura con el movimiento muralista.

Sitúa en el contexto que, anteriormente, sólo existía la Real y Pontificia Universidad de México, fundada desde la colonia, y que junto con la de San Marcos en Lima, Perú, fueron las más antiguas del continente, pues la Universidad de Harvard se creó en 1636. Así que cuando en Estados Unidos no había una institución académica de excelencia ni pequeñas escuelas locales, México y Lima ya tenían universidades nacionales, sólo que la de México estaba ligada estrechamente a la Iglesia:

“No correspondía a una concepción moderna de la educación y de lo que una universidad debe ser. Ante todo, debe ser universal… cuando una universidad, cualquiera, está ligada a cualquier credo religioso, político o ideológico en exclusiva, pierde todo su sentido. Uno va a la universidad para desarrollar una mentalidad con objetivos de universalidad, no de un sector o de una religión particular, y ni siquiera de una cultura única.

“Ahí siempre recuerdo que mi padre, al diseñar o rediseñar el edificio de la Secretaría de Educación inicial, mandó poner en las cuatro esquinas del patio principal los siguientes nombres, que dan cuenta de esa concepción universal de la educación y de la cultura: Nezahualcóyotl, Platón, Buda y Cristo, por cierto en igualdad de circunstancias que los demás, cosa que a mí me encanta subrayar... Estos cuatro nombres nos hablan ya de toda una concepción de la educación, que fue la original, la que se funda hace 100 años.”

Enfatiza que existía sólo un Departamento de Educación, y entonces surge la idea de una educación que abarcara y llegara a todos los rincones del país, y por lo tanto establecería un sistema educativo. Si la Pontificia era para las élites, la nueva secretaría era por definición de Educación Pública.Ya el Artículo 3º Constitucional habla de una educación pública, laica y gratuita:

“Esto que constituye al México actual, hace 100 años era una novedad absoluta.”

Sin embargo confiesa el ahora senador de la República, en entrevista por Zoom con Proceso, que en sus conversaciones cotidianas su padre no dimensionaba la importancia de haber fundado la SEP:

“Curiosamente no consideraba su gestión como secretario de Educación como lo más importante que había realizado. Le llamaba mucho la atención que se recordara tanto ese periodo entre su rectoría de la Universidad Nacional y la creación de la Secretaría de Educación. Pensaba que lo importante eran sus libros de filosofía. Fíjense, él pensaba que iba a pasar a la historia por libros como La Estética, en fin. Y la posteridad ha decidido exactamente lo contrario: sus libros de filosofía no han tenido muchos discípulos. Como decía Octavio Paz, es el único intento que ha habido en América Latina de establecer una filosofía en todos los aspectos, porque había estética, ética, metafísica, pero no logró crear una escuela filosófica en ninguna parte. Paz decía que era un monumento aislado. Y mi padre creía que era lo más trascendente.”

También consideraba muy valiosa su obra literaria, “quizá no toda, pero hablaba de ‘mis mejores páginas’”. Sin embargo, reitera el también embajador que a 100 años de distancia “en lo único que hay homogeneidad de criterios en la opinión pública, en el medio intelectual, es en que su obra como rector de la universidad y como secretario de Educación fue probablemente lo más trascendente que hizo”.

Narra Héctor Vasconcelos que incluso 10 o 15 años después de haber dejado la institución, cuando reflexionaba sobre ella, el prominente educador de México y América Latina lamentaba que su obra hubiera sido momentánea, como un relámpago o un destello, pues había sido destruida por los sindicatos, la corrupción, etcétera.

Apoyo a la cultura

El suyo fue un proyecto integral, ligado al muralismo, las tradiciones mexicanas, la música, la danza, el folclor –cuenta– “que había sido desdeñado por las clases educadas del porfirismo…”.

Hoy –continúa– “nos parece obvio, pero hasta 1910 la cultura mexicana tendía a ser europeizante y afrancesada”.

Para muchos críticos y especialistas en política cultural, incluso hasta ahora, ya entrado el siglo XXI, no ha habido un proyecto cultural y educativo que supere el modelo vasconcelista, refiere:

“Sí, eso es una realidad, prácticamente todos en México coinciden en que el modelo establecido en 1921, 1922, 1923, rigió la cultura y la educación mexicanas por el resto del siglo XX. Es temprano para hablar del siglo XXI, necesitamos otros 100 años para que podamos juzgar los caminos que está tomando la educación en el presente.”

La idea de promover a los artistas, dice, tuvo su origen en aquel proyecto. Su padre comisionaba obras, como los propios murales, de música, a los poetas… La Suave Patria, de Ramón López Velarde, fue un encargo de José Vasconcelos, pidió sinfonías a Julián Carrillo. Lo hacía para que los artistas no tuvieran problemas económicos y se dedicaran a su obra artística. Privó la idea de que el Estado tenía la obligación de promover a la cultura y a los creadores, y esto se originó hace 100 años. Y lo considera vigente.

Sin embargo, en diciembre de 2015 se creó la Secretaría de Cultura, y con ello culminó un proceso de desvinculación entre la educación y la cultura iniciado en 1988 con la creación del extinto Conaculta. En opinión de Héctor Vasconcelos ha sido una cuestión meramente de organización relacionada con el tamaño del país, que a diferencia de hace 100 años ahora es inmenso:

“Yo sí veo la necesidad de una Secretaría de Cultura, lo que no puede suceder es que las artes dejen de formar parte del currículum de las escuelas y de las universidades, debe haber enseñanza artística en el sistema escolar y tienen que dar materias como la filosofía, que se ha querido separar, cuando es lo más importante de la educación. Quien no aprende algo de filosofía no aprende a pensar o a desarrollar un pensamiento crítico, por eso debe ser parte del sistema educativo, no solamente de lo que se ocupa la Secretaría de Cultura.

“Ustedes recordarán que en los programas de la Secretaría original había clases de danza, de música, luego todo el asunto de la promoción de la lectura con aquellas colecciones de los Clásicos, hoy nos parecen muy pocos libros, pero aquello estaba diseñado para el México de hace 100 años. La idea fue llevar estas expresiones culturales, a través de Las Misiones, a los más remotos rincones del país, a todos los estados y a todas las clases. Eso de veras hay que subrayarlo, porque veníamos de una situación donde la educación solamente alcanzaba a las élites, y ahí hubo un giro fundamental que implicaba a todo el mundo, hasta los analfabetas tienen derecho a disfrutar las artes, las ideas, y desde luego tienen derecho a salir del analfabetismo como primer paso.”

Licenciado en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales por la Universidad de Harvard, Vasconcelos participó como pianista y como hijo del intelectual este miércoles 6 en la ceremonia del centenario de el patio central de la SEP, a la que por cierto no acudió el presidente de la República. Expresa a Proceso su disentir respecto de que sea el más grande intelectual del siglo XX, pues le parece que en la segunda mitad del siglo la figura de Octavio Paz fue gigantesca, aunque “no hizo obra pública ni social, como escritor y como pensador me parece del más alto rango que México ha producido en cualquiera de sus siglos, y eso es mucho decir porque México tiene siglos, milenios de alta cultura”.

El viraje

Pero de ser reconocido como el gran educador e intelectual, Vasconcelos comenzó, hacia mediados de los años treinta, un proceso en el cual viró su ideología y pensamiento hacia la derecha y el conservadurismo, que a decir del senador es “una absoluta tragedia personal y hasta nacional, porque privó a México de una gran figura intelectual en la medida en que iba a la derecha”.

Atribuye el cambio a su derrota como candidato en las elecciones presidenciales de 1929; el que no se le haya reconocido su victoria “tuvo un efecto psicológico tremendo en él… que quienes habían impedido que llegara a la Presidencia se presentaran como revolucionarios y de izquierda, me refiero a la larga historia del Partido Nacional Revolucionario, luego PRI, etcétera.

“Mi padre siempre se decía de izquierda en el discurso, entonces una reacción fue: ‘si ésa es la izquierda, si esos son los revolucionarios, yo no quiero tener nada que ver con ellos’. Yo pienso que fue un grave error, pero es como él lo veía: ‘si quienes impidieron que yo, el gran educador e intelectual, hiciera algo para realmente sacar a México de la pobreza e ignorancia, es esa izquierda, yo voy a buscar otros cauces’. Los rechazó y se fue al lado opuesto, que es la derecha.

“Eso fue en el aspecto político, pero hay algo más profundo y grave aún: su viraje hacia el catolicismo. Eso tiene que ver con una relación psicológica sumamente compleja, intensa, yo diría cuestionable, con su propia madre, es decir con mi abuela. Porque mi abuela, a pesar de que era hija de uno de los más cercanos colaboradores del presidente Juárez, don Esteban Calderón, que incluso se fue al exilio como el presidente Juárez, a pesar de eso, era una mujer ferviente, obsesivamente católica, e impregnó al niño José Vasconcelos de esas ideas. Y para mi padre apartarse del catolicismo quería decir traicionar a su madre, y como él tenía esta relación simbiótica, muy intensa –Freud le llamaría un complejo de Edipo no resuelto–, entonces siempre tendía a sostenerse en las creencias de su niñez.

“Yo creo que durante su madurez él se volvió un librepensador, y al acercarse a la vejez y ya en la vejez, hubo un regreso al catolicismo de su madre, para serle leal a su madre, quien de niño lo único que le decía todas las noches, al darle un beso de buenas noches’, era: ‘nunca pierdas la fe en Cristo, lo demás no importa’. Si un niño recibe ese impacto emocional, por eso da ese giro en sus últimos años hacia el catolicismo. Yo personalmente lo deploro muchísimo.”

Se le pregunta si en esos antecedentes familiares está la causa de su ateísmo. Es un factor, admite, pero añade que ha visto el daño que puede hacer el pensamiento religioso. Lo que realmente le influyó, dice, fueron sus lecturas y la reflexión, y sin embargo sustenta:

“Me parece que el tema de la religión y el dilema de si existe o no un Dios son el gran tema para el ser humano. Y si sobre algo he leído desde mi adolescencia es sobre él, mis lecturas de filosofía, de ciencia, sobre todo de las ciencias de los últimos 50 o 100 años me han llevado a la conclusión de que yo solamente quepo, ideológicamente hablando, en el agnosticismo radical.”

–¿No tiene que ver entonces con un rompimiento o una mala relación con su padre?

–No, para nada, yo guardo por él el mayor de los cariños y simplemente deploro que al final haya tenido este giro hacia posturas conservadoras religiosas, pero eso no tiene absolutamente nada que ver con la relación personal, directa, muy intensa y positiva que tuve con él.

También influyeron en él intelectuales como Alfonso Reyes hasta Jaime Torres Bodet, con quienes convivió en su niñez y adolescencia, y “no eran para nada religiosos”.

Finalmente se le pregunta qué piensa de los comentarios en torno al lema universitario “Por mi raza hablará mi espíritu”, entre los cuales hubo los que sugirieron que sea retirado porque el concepto de raza ya no se ajusta a los tiempos actuales.

Considera que no se realizó un debate muy amplio, sino que se trató solamente de opiniones. Recordó la ceremonia del pasado 23 de septiembre, cuando la misma Universidad Nacional Autónoma de México celebró los 100 años del escudo y se canceló un timbre postal conmemorativo:

“En el escudo y en el lema que mi padre le dio a la universidad hay varias cosas. En primer lugar, cuando se habla de espíritu –lo decía mi padre en la mesa, en la casa– es lo no materialista, es la filosofía, las artes, la música, lo que se considera vida espiritual por contraposición a lo material, lo de todos los días, la economía, en fin. En ese sentido, la palabra sigue siendo válida, yo en lo personal no creo en el espíritu en el sentido metafísico.”

Y en cuanto a la palabra raza, agrega que el origen de todo está en el libro La raza cósmica de su padre, donde dice que surgiría una nueva raza de las diversas que existían en el mundo hace 100 años. La idea de su padre no era eliminar ninguna raza, era incorporarlas, “pero cuando llegó Hitler la palabra se volvió abominable, intocable, obscena”.

–Esa raza y ese espíritu en esta América Latina convulsionada en parte por la situación económica, ¿cómo va a recuperar la educación?

–Estamos haciendo lo que podemos, estas cosas no cambian de un día para el otro. Pero primero debe disminuirse la desigualdad entre las clases sociales, que a mi modo de ver es lo más importante de todo, y combatir la corrupción, que es el cáncer que toca todos los días a la sociedad. ■

Qué funciona en educación y por qué

Qué funciona en educación y por qué


Alex Beard no es un gurú ni pretende serlo. En ninguna de sus afirmaciones se olvida de citar las fuentes, las personalidades consultadas y el por qué. Si queremos saber realmente cuÁl es la situación actual de la educación, hacia dónde nos dirigimos y cuÁl sería la dirección correcta, este libro se convierte en poco menos que una Biblia. Y no porque descubra la rueda o la piedra filosofal sino porque el Sr. Beard ha consagrado sus últimos años a investigar ­a través de viaje, estancias, entrevistas y lecturas­ la técnicas, métodos, virtudes y fallos de los sistemas educativos y las escuelas mÁs innovadoras del mundo. El primer trabajo de Beard fue en una escuela de uno de lo suburbios de Londres, donde poco se esperaba del alumnado: que «no se suban a la chepa », no falten mucho clase y consigan terminar los estudios obligatorios es, desgraciadamente, el papel de muchos docentes. Pero Beard no se conformó con elevar las calificaciones, se puso a averiguar de qué manera se podría mejorar y hacer eficiente el aprendizaje. Medicina y tecnología no son como hace un siglo pero, en cambio, el sistema educativo no ha sufrido sustanciosas variaciones desde … ¿Platón? Beard se dio cuenta de que lo primero que tenía que hacer para conseguir resultados era captar la atención. Internet y las tablets, las pizarras digitales son increíbles instrumentos para democratizar la enseñanza, pero tienen que estar guiados por un profesorado cualificado. Su primera estancia en Silicon Valley le reafirmó mÁs en la idea de integrar la tecnología como herramienta. Para Beard el aprendizaje tiene que parecerse menos a la memorización y mÁs a Angry Birds. Niños y adultos estÁn enganchados a los dispositivos móviles con una atención imposible de conseguir en un aula.

Los postulados de Beard, y que se corresponden con las partes del libro, son pensar de nuevo; hacerlo mejor y ejercer el cuidado. No son recetas ni mandamientos: son reflexiones que nos empujan a conocer cómo funciona la mente de niños y adolescentes y qué errores y aciertos poseen los sistemas de aprendizaje.

«EL APRENDIZAJE TIENE QUE PARECERSE MENOS A LA MEMORIZACIÓN Y MÁS A ANGRY BIRDS»

Francia, Reino Unido, EEUU, Finlandia, Corea del Sur y China tienen su particular forma de concebir la educación y han sido los informes PISA –vistos como muchos como una bestia negra que mide los resultados y que tendrían que servir como espejo y herramienta para saber en qué se debe mejorar– los que los han colocado en desiguales posiciones del rÁnking educativo. Datos que sin un anÁlisis solo arrojan estadísticas y abocan al desencanto de los países peor parados. Sin pontificar, Álex Beard realiza un clarificador anÁlisis y consigue que el lector extraiga sus propias conclusiones. Sí, los estudiantes de Corea estÁn a la cabeza, pero su índice de suicidios es preocupante. Los estudiantes chinos entregan su vida, sin infancia ni distracciones, para entrar en la universidad, pero se aparta la creatividad. Métodos como el finlandés, donde la escolaridad comienza a los siete años y las horas lectivas son menores que por ejemplo en España, arrojan unos resultados mÁs que satisfactorios. Son escuelas en las que prima la creatividad y la libertad, que arquitectónicamente estÁn variando. Al fin y al cabo, la compañías modernas y tecnológicas han eliminado tabiques y despachos para mejorar la productividad y el bienestar de sus trabajadores ¿no es lógico entonces cambiar los centros docentes?

Memorizar no es malo

Beard no muestra un panorama idílico en el que los niños aprenden conocimientos por ósmosis. La atención, el interés, memorizar y esforzarse es bÁsico. «Aquello en lo que piensas es lo que recuerdas y lo que recuerdas es lo que aprendes ¿en qué piensan los niños en clase?». Hay que motivar y alentar, sobre todo a los niños de capas socioeconómicas mÁs desfavorecidas, para conseguir un logro. Escuelas en los barrios mÁs deprimidos de Londres y París demuestran que es posible. Por si fuera poco, desde su discurso de humilde espectador, el autor desentierra muchos prejuicios aún enquistados. La genialidad no es hereditaria y el Coeficiente Intelectual no es inamovible. El sistema tiene que servir a los individuos y no los individuos al sistema. La comparación entre el hipocampo de los taxistas londinenses clÁsicos (con un examen durísimo de memorización de rutas y calles) y de los chóferes de Uber con su escasa memoria espacial explica muchas cosas. Tras leer y charlar con Alex Beard, nos quedamos con ganas de aprender mÁs. Recomendamos la lectura de su libro a toda la comunidad docente pero también a los padres preocupados por la movilmanía. Y a cualquier persona, en definitiva, que no quiera contentarse con el status quo. No me dirÁn ustedes si esto no es fomentar la lectura.

ALEX BEARD

Tras comenzar como profesor de inglés en una escuela de programa integral de Londres, se unió a la Tech For All (una red global de 50 organizaciones independientes, lideradas y financiadas localmente, cuya misión compartida es expandir las oportunidades educativas en todo el mundo. Sus experiencias han sido recogidas en los mejores periódicos (The Guardian, Financial Times, Evening Standard, Independent o Wired) y este es su primer libro traducido al castellano.

Otras formas de aprender. Qué funciona en educación y por qué, Alex Beard, Plataforma, traducción de Pablo Hermida Lazcano, 479 p.p., 22,90 €

Según el recién publicado informe Indicadores comentados sobre el Estado del Sistema Educativo Español 2019 (Fundación Ramón Areces y Fundación Sociedad y Educación) la tasa de abandono escolar temprano en el 2018 fue de un 17,9% aunque las oscilaciones entre comunidades autónomas es ostensible: en Baleares alcanza el 24,4% mientras que en el País Vasco el porcentaje es de un 6,9%. Los objetivos europeos para el 2020 es situarla por debajo de 10%.  

Educacion & Desarrollo

 

Educación & Desarrollo

Si bien la educación es un elemento sustancial para la reducción de la pobreza y la desigualdad, no fueron todos los gobernantes los que asimilaron su importancia. Comprender que con educación ciudadana se puede alcanzar el desarrollo a nivel sanitario, nutricional, ambiental y ciudadano es transcendental. Con educación una sociedad alcanza los conocimientos y las competencias para la inserción profesional productiva, la innovación y la creación de fuentes generadoras de riqueza. De no ser por su nivel educativo países con los mejores índices de desarrollo no hubieran alcanzado la conciencia de igualdad, el respeto de los derechos, el mejor trato hacia los demás, la mejora de la salud, la nutrición y la formación integral de todos los aspectos, incluyendo valores y comportamientos para la preservación de los recursos y el medio ambiente.

Como ejemplo, Finlandia es una de las naciones que a través de su avanzado sistema educativo, calificado a menudo como uno de los mejores del mundo, logró convertirse en uno de los países más desarrollados. Su secreto es que lograron comprender el peso que tiene la educación en el diseño de políticas para el desarrollo y así adoptar metodologías educativas no ortodoxas pero eficientes. Los niños llegan con una base sólida desde sus casas y las escuelas no hacen todo el trabajo de enseñanza. Empiezan la escuela a los siete años debido a que existen programas subsidiados por el gobierno para comenzar a aprender informalmente y prepararse para la escuela mucho antes desde sus hogares. Gracias a que el gobierno finlandes está comprometido con el éxito y la calidad de las escuelas públicas con el objeto de asegurar igualdad en la educación, minimizar las diferencias entre los estudiantes y que todos obtengan la misma calidad de enseñanza, las escuelas privadas están en gran parte ausentes en el sistema.

Las buenas prácticas en una escuela se comparten con otras con la finalidad de que los mejores métodos lleguen a todos los estudiantes. La docencia es considerada como una de las carreras más prestigiosas, a la par con la de los médicos y abogados. Solo los mejores logran entrar a trabajar en este sistema educativo y en consecuencia el gobierno y la sociedad les concede mayor autonomía en las aulas. A pesar de que los alumnos finlandeses obtienen las mejores puntuaciones en las pruebas internacionales, las evaluaciones estandarizadas no son parte de su sistema, es decir, no hay exámenes debido a que las metodologías priorizan el conocimiento a través de la experiencia y no de la memorización. Se considera que la forma tradicional de educación, dividida entre diferentes materias, no es la apropiada para un mundo tecnológico que exige capacidad de pensamiento crítico e interdisciplinario.

Tomando en cuenta el éxito del modelo finlandés, los padres, políticos, pedagogos, docentes, maestros, estudiantes y demás actores de la sociedad necesitan abrazar la importancia de la educación como principal recurso de un país y como factor para lograr el camino al desarrollo y progreso.

En Finlandia: La docencia es considerada como una de las carreras más prestigiosas, a la par con la de los médicos y abogados

EL IMPACTO DE LA TECNOLOGÍA EN LA EDUCACIÓN

 La educación transforma vidas. La aparición a finales de 2019 de un nuevo coronavirus, el SARS-CoV-2, y la pandemia de la COVID-19 derivada de este obligaron a cerrar colegios, escuelas, universidades y otros centros de enseñanzas no regladas a lo largo de la primera mitad del año. Impactando a un número sin precedente de estudiantes en nuestro país y en aquellos en los que la enfermedad ha tenido mayor incidencia, debe quedar clara una cosa: 'La educación transforma vidas'. Como apuntan desde la UNESCO, "Encabeza la lista de prioridades para las familias" incluso en las comunidades más desfavorecidas, aquellas que lo han perdido todo. Y es que la educación permite formar personas comprometidas con la sociedad y la economía e impulsar el desarrollo sostenible y la paz entre las comunidades.

La pandemia de la COVID-19 ha llegado en un momento en el que la educación se encuentra en pleno proceso de transformación, una evolución que, partiendo de la vieja escuela, tiene como objetivo un sistema basado en las nuevas tecnologías y la informática. Inmersos en la Era de la Comunicación, hay quien apunta que la tecnología 'deshumaniza' la enseñanza e impide a los alumnos adquirir conocimientos y habilidades. Ahora bien, no debemos culpabilizar a la tecnología de lo que hacemos mal las personas: no deja de ser un recurso más y como tal debe ser tratado. Debemos encontrar la simbiosis entre ambos mundos en pro de motivar a los alumnos.

LA TRANSICIÓN TECNOLÓGICA DE LA EDUCACIÓN DEBE VERSE COMO UNA OPORTUNIDAD PARA TRANSFORMAR VIDAS

Y aunque las ventajas de la introducción de la tecnología en las escuelas son muchas y van más allá de las clases de robótica, las pantallas digitales o el acceso a Internet, lo cierto es que si no van acompañadas de los cambios y la formación necesaria −tanto a nivel de alumnos y profesorado, como de padres− para sacarles provecho, el esfuerzo será en vano. Juan Donoso Cortés dijo aquello de “Unirse, no para estar juntos, sino para hacer algo juntos”. Sí, supone un cambio de paradigma, pero debemos involucrarnos −y adaptarnos− todos, a marchas forzadas debido a la crisis sanitaria actual, y verlo como una oportunidad para 'transformar vidas'.

lunes, 28 de febrero de 2022

Historia de las carreteras

 

Historia de las carreteras

Las carreteras, que conectan casi todas las poblaciones de los países desarrollados, forman hoy parte de la cotidianidad. Son el resultado de una ingente tarea colectiva y de una evolución histórica en la que las exigencias de movilidad dieron lugar a sucesivas innovaciones técnicas.

En Mesopotamia se construyeron caminos y los cartagineses se dotaron de un sistema de carreteras, pero fueron los romanos quienes levantaron la primera gran red –más de 100.000 kilómetros de calzadas–: comunicó todo el Imperio para facilitar los desplazamientos militares y propició los intercambios. Construidas con una técnica notable –varias capas de piedra y grava en una zanja profunda, pavimento de losas de piedra, drenaje–, las calzadas romanas tuvieron gran longevidad. Algunas carreteras actuales reproducen su trazado.

No hubo avances en el Medievo, en el que desaparecieron los movimientos imperiales. Las mayores relaciones mercantiles de la Edad Moderna exigieron mejorar las carreteras. Del siglo XVIII datan nuevas técnicas: usaban piedras y grava que se intentaban compactar.

Hacia 1820, el ingeniero escocés John Loudon Mac Adam desarrolló carreteras con tres capas de grava, compactadas por rodillo y algo elevadas del suelo para facilitar el drenaje. El macadán –así se le llamó–fue utilizadísimo en Europa y Estados Unidos. Exigía un cuidado continuo, pues su duración era limitada, si bien hacia 1848 comenzó a usarse alquitrán para mejorar su resistencia.

Concebido para vehículos de tracción animal, el macadán quedó obsoleto cuando, desde 1900, se propagó el automóvil. Levantaba mucho polvo y las velocidades provocaban que la carretera se desmoronase. Resultaban imprescindibles los cambios. Aunque se usó el alquitrán, se impondrían otros materiales: firmes rígidos de cemento, como en las autopistas alemanas, o pavimentos flexibles de base granular y capas de asfalto, la técnica que alcanzó más uso.

El asfalto puede hallarse de forma natural y se usaba desde la Antigüedad para impermeabilizar tanques de agua o calafatear barcos. Al utilizarse para construir carreteras, empezó a obtenerse también a partir del petróleo refinado: en 1907, la producción de este asfalto superó al natural. También cambiaron los diseños, con carreteras pensadas para vehículos de motor, con menos curvas cerradas y menos pendientes bruscas.

El proceso fue rápido en Gran Bretaña y los países europeos avanzados, así como en Estados Unidos. En España, con un desarrollo de los vehículos de motor más lento –4.000 automóviles en 1910, 32.000 en 1920–, esta necesidad se sintió en los años veinte. En 1926 se constituyó el Circuito Nacional de Firmes Especiales, para renovar las principales vías. La depresión del 29, la guerra y la paralización de la posguerra retrasaron la modernización de las carreteras, que alcanzó un ritmo creciente desde la década de 1950.

No solo fue el caso de España. Durante la segunda mitad del siglo XX se construyó en todo el mundo una extensísima red de carreteras (actualmente, más de 33 millones de kilómetros), a medida que se propagaban el automóvil y el transporte de mercancías por camiones. Permiten hacer con fluidez largos recorridos y acceder a todo tipo de lugares, superando las distancias físicas y dificultades de comunicación propias de otros periodos históricos.

GRANDES MUSICALES DE LA HISTORIA DEL CINE

 

GRANDES MUSICALES DE LA HISTORIA DEL CINE

Empezamos con el primer clásico del género, La calle 42, que alcanzó el cuarto puesto en la lista de las películas más populares de su año de estreno, 1933. El éxito comercial de este largometraje, que había costado 439 000 dólares y recaudó en todo el mundo más de millón y medio de dólares, no solo facilitó a su productora, Warner Bros., escapar de la situación de bancarrota a la que parecía abocado el estudio, sino que además estableció claramente el género musical como uno de los favoritos del público, algo que se mantendría durante varias décadas, haciendo de este uno de los muros de carga esenciales en el edificio económico del sistema de estudios de Hollywood. Se asomó al reparto la que iba a ser una de las estrellas más rutilantes del cine musical, Ginger Rogers, coprotagonista de la segunda película de la selección, Sombrero de copa, junto con Fred Astaire. Él fue el primer astro del género.

Continuamos el recorrido con Un día en Nueva York, una de las primeras películas que rompió la fórmula de rodaje en estudio de musicales para salir a las calles de la ciudad que le da título y rodar allí durante cinco días escenas en exteriores que fueron todo un reto porque no los acompañó el clima –estuvo lloviendo la mayor parte del tiempo–, y además multitudes de curiosos se aglomeraban en las cercanías de las localizaciones para ver al popular Frank Sinatra, que era ya una estrella de la música, aunque estaba en ese momento prácticamente comenzando sus primeros papeles de peso en la pantalla grande. El mismo tándem tras las cámaras, Stanley Donen y Gene Kelly, se reencontró tres años más tarde para rodar uno de los clásicos indiscutibles del género, Cantando bajo la lluvia, concebida por el productor jefe de la unidad de musicales de Metro Goldwyn Mayer, Arthur Freed, como un medio para sacar partido al catálogo de temas musicales compuestos por Nacio Herb Brown para películas del estudio entre 1929 y 1939.

Siete novias para siete hermanos, otro clásico del género, era una Cenicienta considerada por su productora de segunda fila, pero fue uno de los mayores éxitos del género que se rodó en 48 días. Iba a titularse inicialmente Las sabinas y más tarde Una novia para siete hermanos, título este último al que se opuso seriamente la censura por sus implicaciones en doble lectura.

Adaptación del musical estrenado en Broadway en 1957, que fue nominado a varios premios Emmy, West Side Story es en lo referido a premios la campeona entre las películas del cine musical, con diez Oscar y tres Globos de Oro. Le sigue la pista en premios, ocho Oscar y tres Globos de Oro My Fair Lady, que adapta al cine el musical de Lerner y Loewe estrenado en Broadway en 1956, que a su vez se basaba en la obra teatral Pygmalion, de George Bernard Shaw, estrenada en 1913. Otra campeona en reparto de premios es Sonrisas y lágrimas, icónico canto a las alegrías y penas de las familias numerosas que cosechó cinco estatuillas de la Academia de Hollywood.

Completan nuestra selección de musicales imprescindibles dos aportaciones del renovador del género, Bob Fosse, con Cabaret y All That Jazz, la taquillera Grease, de la que se estrena ahora en los escenarios españoles su enésimo montaje teatral, y la innovadora y reivindicativa Hair.

CARTEL-MANÍA GRANDES MUSIC ALES DE LA HISTORIA DEL CINE

LA CALLE 42

42nd Street

1933; EE. UU.; Blanco y negro; Director: Lloyd Bacon; Guion: Rian James, James Seymour, Bradford Ropes, Whitney Bolton; Música: Harry Warren; Fotografía: Sol Polito; Intérpretes: Warner Baxter, Bebe Daniels, George Brent, Dick Powell, Ruby Keeler, Guy Kibbee, Ginger Rogers, Ned Sparks, Allen Jenkins, Edward J. Nugent, Robert McWade, George E. Stone, Loretta Andrews, Joan Barclay; Duración: 89 minutos.

Busby Berkeley se convierte merced a esta película en el primer nombre esencial del cine musical en Hollywood, aunque no figure como su director. El motivo radica en que fue el creador de los números musicales y de baile, que eran al mismo tiempo espectaculares y sobre todo explotaban las posibilidades del cine frente a los espectáculos musicales sobre los escenarios, configurando un nuevo lenguaje en el género para su explotación audiovisual. Todo el poder de la cámara y de las grúas empieza a brillar en las coreografías pensadas por Berkeley para este largometraje que rápidamente se constituyó en ejemplo que seguir por los encargados de desarrollar el cine musical en la pantalla grande. El despliegue de las bailarinas formando figuras con planos cenitales, en contrapicado o en el doble movimiento del baile y las plataformas deslizantes que convierten algunos números en ejercicio casi circense, demostró que el cine musical podía llevar al espectador hasta lugares a los que no podía llevarlo el teatro musical, por espectacular y aparatosa que fuera la representación sobre los escenarios.

Se empieza a plantar aquí también la semilla de muchas de las fórmulas, características, rutinas y recursos que van a ponerse al servicio del musical cinematográfico, comenzando por el argumento del espectáculo que preparan los personajes en la ficción de la película, permitiendo además así que los espectadores puedan ir al otro lado del escenario para recorrer los lugares que no les son desvelados en su asistencia a los espectáculos de teatro musical.

Tal fue la eficacia de Berkeley en este largometraje que fue contratado rápidamente por el estudio después de finalizar el rodaje con mejores condiciones del contrato de pago por semana al que estaba sometido hasta ese momento.

M J P.

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SOMBRERO DE COPA

Top Hat

1935; EE. UU.; Blanco y negro; Director: Mark Sandrich; Guion: Dwight Taylor, Allan Scott, Ben Holmes, Károly Nóti, Ralph Spence; Música: Irving Berlin; Fotografía: David Abel; Intérpretes: Fred Astaire, Ginger Rogers, Edward Everett Horton, Erik Rhodes, Eric Blore, Helen Broderick, Robert Adair, Lucille Ball, William A. Boardway; Duración: 101 minutos.

Nominada a cuatro Oscar en las categorías de mejor película, dirección artística, dirección de danza –en manos de Hermes Pan, un clásico del género musical en el Hollywood dorado al que la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas reconoció en este caso por su trabajo en los números “Piccolino” y “Top Hat”–, y mejor canción original, “Cheek to Cheek”, de Irving Berlin, esta película basada en una obra de Aladar Laszlo y Sándor Faragó, es un buen resumen y el título más destacado precisamente por esos números, del ciclo de películas protagonizado por Fred Astaire y Ginger Rogers.

Presupuestada en 609 000 dólares Sombrero de copa recaudó en todo el mundo 3 200 000 dólares, y contiene todas las rutinas de comedia musical que acompañaron a sus dos protagonistas en sus películas juntos y se mantuvieron en las asociaciones de Astaire con otras estrellas femeninas como Cyd Charisse o Rita Hayworth.

Destaca el tratamiento claramente falseado de los decorados que rinde homenaje al pacto entre espectadores y propuesta creativa de los escenarios de Broadway, en los que el musical propone referentes visuales llamados a evocar, nunca a intentar reproducir con fidelidad, lugares, en un trabajo que completa el propio espectador con su imaginación, aceptando el carácter simbólico de las trucadas localizaciones. Es en esa misma línea una perfecta muestra del musical rodado en interiores, en estudio, y acude argumentalmente a la premisa de los personajes de ficción que están montando un espectáculo para ganarle puntos de verosimilitud frente al público. Domina el desdoblamiento habitual presentado en los personajes del musical, que muestran hasta tres caras: la estrella real, Astaire, su personaje en la ficción, Jerry Travers, bailarín estadounidense que llega a Londres para protagonizar un nuevo espectáculo, y el personaje de ficción dentro de la ficción de dicho espectáculo.

M J P.

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UN DIA EN NUEVA YORK

On the Town

1949; EE. UU.; Color; Director: Stanley Donen, Gene Kelly; Guion: Adolph Green, Betty Condom, Jerome Robbins; Música: Leonard Bernstein, Roger Edens, Lennie Hayton; Fotografía: Harold Rosson; Intérpretes: Frank Sinatra, Gene Kelly, Betty Garrett, Ann Miller, Jules Munshin, Vera-Ellen, Florence Bates, Alice Pearce, Murray Alperl, Bea Benaderet, Gladys Blake, Eugene Borden; Duración: 98 minutos.

Gabey, Chip y Ozzie son tres marineros de la armada que deciden aprovechar su permiso de 24 horas en la ciudad de Nueva York para encontrar compañía femenina. Presupuestada en 2 111 250 dólares, recaudó 4 428 000, y además ocupa el puesto número 19 en la lista de los mejores musicales del American Film Institute. Ganó el Oscar a la mejor música para una película musical y fue nominada al Globo de Oro en la categoría de mejor fotografía en color.

La película era la adaptación de un musical de Broadway del mismo título que fue modificada en su guion y en su banda sonora para su traslado a la pantalla grande, de modo que buena parte de las composiciones de Leonard Bernstein para la versión de los escenarios fue sustituida por varios temas nuevos compuestos por Roger Edens, quien consideraba que las composiciones de su colega eran demasiado elaboradas para el gusto de los espectadores cinematográficos de la época. Tal como era previsible, eso hizo que Bernstein se manifestara en contra de la versión cinematográfica, a la que consideraba inferior al montaje de Broadway, aunque su tema “New York, New York” ha quedado como uno de los iconos del género musical en el cine.

Donen debutaba como director, pero Gene Kelly ejerció al mismo tiempo como codirector y coreógrafo de la versión cinematográfica, operando bajo el paraguas de la unidad de producción de musicales dirigida en el seno del estudio MGM por Arthur Freed, nombre esencial del género en la era dorada hollywoodiense. Fue precisamente Kelly el que se empeñó en innovar saliendo de los estudios para rodar en localizaciones reales en la gran ciudad, lo que fue todo un fenómeno en el momento de su estreno.

M J P.

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CANTANDO BAJO LA LLUVIA

Singin’in the Rain

1952; EE. UU.; Color; Director: Stanley Donen, Gene Kelly; Guion: Betty Comdem, Adolph Green; Música: Nacio Herb Brown, Arthur Freed; Fotografía: Harold Rosson; Intérpretes: Gene Kelly, Donald O’Connor, Debbie Reynolds, Jean Hagen, Millard Mitchell, Cyd Charisse, Douglas Fowley, Rita Moreno, Dawn Addams, John Albright, Betty Allen, Bette Arlen, Marie Ardell, Mary Bayles; Duración: 103 minutos.

Nominada al Oscar en las categorías de mejor música para comedia musical y mejor actriz en papel de reparto, Jean Hagen, que recreó en modo de tragicomedia la experiencia de las estrellas del cine mudo cuya voz no encajaba con su imagen cinematográfica y por ello se encontraron en una situación profesional muy complicada cuando las películas sonoras se convirtieron en el canon de las producciones de Hollywood. Ganó además el Globo de Oro al mejor actor de comedia o musical, para Donald O’Connor, y fue nominada en esos galardones en la categoría de mejor película de comedia o musical, que no llegó a ganar porque se lo dieron, inexplicablemente, a una película claramente inferior, Con una canción en mi corazón, protagonizada por Susan Hayward. Presupuestada en 2 540 000 dólares, cuenta con un total de 7 200 000 dólares de recaudación, convirtiéndose en uno de los musicales más recordados de todo el género y entrando en 1989 en la lista de las primeras 25 películas seleccionadas por la Librería del Congreso de Estados Unidos y en la lista de la revista Sight and Sound dedicada en 2012 a fijar las 50 mejores películas de todos los tiempos, ocupando el lugar número 20.

El rodaje fue una pesadilla para los tres protagonistas, sometidos a las exigencias del director, coreógrafo y principal estrella de la película, Gene Kelly, que fue especialmente exigente y detallista con Debbie Reynolds, a quien llegó a hacer sangrar sus pies cuando rodaron el número “Good Morning”, y que vio luego cómo Kelly despreciaba su esforzado trabajo de baile para doblar el sonido en estudio. Tampoco lo pasó nada bien Donald O’Connor bajo la tiránica dirección de su compañero de reparto.

M J P.

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SIETE NOVIAS PARA SIETE HERMANOS

Seven Brides for Seven Brothers

1954; EE. UU.; Color; Director: Stanley Donen; Guion: Albert Hackett, Frances Goodrich, Dorothy Kingsley; Música: George J. Folsey; Fotografía: George J. Folsey; Intérpretes: Howard Keel, Jane Powell, Jeff Richards, Russ Tamblyn, Tommy Rall, Marc Platt, Jacques D’Amboise, Matt Mattox, Julie Newmar, Nancy Kilgas, Betty Carr, Virginia Gibson, Ruta Lee, Norma Doggett, Howard Petrie, Ian Wolfe, Earl Barton , Dante Di Paolo, Kelly Brown, Matt Moore, Russell Simpson, Ann Baker; Duración: 102 minutos.

Basada en el rapto de las sabinas de la antigua Roma, retomado en la historia corta escrita por Stephen Vincent Bennet, se ambienta en Oregón en el año 1850, donde un grupo de hermanos leñadores se empeñan en encontrar compañera sentimental a toda costa después de que su hermano mayor se case y lleve a la casa que todos comparten a su esposa. Ganó el Oscar a la mejor música para película musical, siendo nominada en las categorías de mejor película, guion, fotografía en color –con el sistema Ansco Color para el formato cinemascope–, y montaje, y Jeff Richards fue galardonado con el premio al mejor actor revelación del año. Fue presupuestada en 2 540 000 dólares, recaudando 9 403 000 dólares. Además, su éxito propició que la corriente de origen de los musicales primero en los escenarios de Broadway y luego en el cine se invirtiera, dando lugar a una adaptación al teatro musical basada en el largometraje que se estrenó en una gira entre 1978 y 1979 que fue cancelada antes de alcanzar su debut en los escenarios de Broadway, aunque una producción posterior de ese mismo musical se estrenó finalmente en 1982 después de una gira de 18 meses por los Estados Unidos. No tuvo suerte: echó el telón tan solo tres días después de su estreno, quedándose como un espectáculo de mayor éxito en giras y en montajes de aficionados, además de estrenarse y permanecer algunas semanas en la cartelera de los teatros del West End londinense.

En lo referido a la música, inicialmente estaba pensado contar con una banda sonora integrada por temas de la música folk estadounidense, pero tras un periodo de búsqueda de varios meses no encontraron material suficientemente atractivo para figurar en la película, lo que les llevó a componer música original para el filme.

M J P.

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WEST SIDE STORY

1961; EE. UU.; Color; Director: Robert Wise, Jerome Robbins; Guion: Ernest Lehman. Arthur Laurents, Jerome Robbins; Música: Leonard Bernstein; Fotografía: Daniel L. Fapp; Intérpretes: Natalie Wood, Richard Beymer, Russ Tamblyn, Rita Moreno, George Chakiris, Simon Oakland, Ned Glass, William Bramley, Tucker Smith, Tony Mordente; Duración: 153 minutos.

Romeo y Julieta, de William Shakespeare, es el origen de esta célebre propuesta del musical que se cruzaba con la visión de la multiculturalidad en conflicto en las calles de la ciudad de Nueva York. La ciudad había tenido un primer protagonismo destacado en el clásico del género musical Un día en Nueva York, pero aquí retomaba todo el poder evocador de su realidad urbanita en el espectacular arranque del largometraje, con un número de baile resuelto por montaje donde se nos muestra el territorio real en el que se produce el enfrentamiento de las dos bandas de jóvenes en torno a las cuales gira la historia de amor de los protagonistas. Dos bandas herederas de los Capuleto y los Montesco de la obra de Shakespeare. Entre sus miembros brillan sus líderes: Russ Tamblyn, que siendo principalmente un acróbata había conseguido plaza entre los leñadores de Siete novias para siete hermanos sin ser realmente bailarín, y George Chakiris.

Ganadora del Oscar en las categorías de mejor película, actor de reparto (Chakiris), actriz de reparto (Rita Moreno), director, fotografía en color, dirección artística en color, diseño de vestuario, sonido, montaje y música para película musical, obra de Leonard Bernstein y Irwin Kostal, que no obtuvo crédito por este trabajo. El único Oscar a los que estaba nominada que no consiguió fue el de mejor guion adaptado, que ganó Vencedores o vencidos. Además, ganó el Globo de Oro en las categorías de mejor película de comedia o musical, actriz de reparto y actor de reparto, siendo nominada también como mejor director, actor y actor revelación (Beymer, que repitió nominación sin llevarse premio) y actor revelación, en la que nominaron a Chakiris también por partida doble. Costó 6 750 000 dólares, recaudó 44 100 000 dólares.

M J P.

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MY FAIR LADY

1964; EE. UU.; Color; Director: George Cukor; Guion: Alan Jay Lerner; Música: Frederick Loewe; Fotografía: Harry Stradling; Intérpretes: Audrey Hepburn, Rex Harrison, Stanley Holloway, Wilfrid Hyde-White, Jeremy Brett, Gladys Cooper, Theodore Bikel, Mona Washbourne, Isobel Elsom, John Holland, Elizabeth Aimers, Helen Albrecht, John Anderson, Mary Alexander, Walter Bacon; Duración: 170 minutos.

Contando con música de André Previn, el argumento sigue la pista a una florista callejera en la que un profesor de fonética encuentra un reto para animar su ociosa vida burguesa: convertirla en una mujer capaz de presentarse en la alta sociedad como una señorita acomodada y elegante. Naturalmente, la fábula acaba en inevitable romance entre ambos, en una película que se beneficia en la dirección de actores del talento en esa pasercela exhibido siempre por su director, George Cukor.

El largometraje ganó los Oscar correspondientes a mejor película, actor protagonista, director, fotografía en color, dirección artística en color, diseño de vestuario en color, sonido y música para musical, siendo además nominada a la mejor actriz de reparto (Gladys Cooper), guion adaptado y montaje. A su palmarés sumó tres premios David Di Donatello del cine italiano en las categorías de mejor película extranjera, actriz extranjera y actor extranjero, y tres Globos de Oro, mejor película de comedia o musical, director, actor de comedia o musical, siendo además nominada a la mejor actriz de comedia o musical y el mejor actor de reparto (Stanley Holloway). El musical original se presentó en los escenarios con el mismo protagonista de la película, Rex Harrison en el papel del profesor Henry Higgins, y Julie Andrews en el papel de la florista cockney Eliza Doolittle, y el actor quería que esta última le acompañara también en el reparto de la película, esgrimiendo su talento como cantante, pero Andrews tuvo que esperar para conseguir la fama en la pantalla grande dentro del género musical, y por decisión del estudio, que no satisfacía a Harrison, cedió puesto a Audrey Hepburn.

El presupuesto de la película fue de 17 millones de dólares, que multiplicó en la recaudación de taquilla hasta los 72,7 millones de dólares.

M J P.

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SONRISAS Y LAGRIMAS

The Sound of Music

1965; EE. UU.; Color; Director: Robert Wise; Guion: George Hurdalek, Howard Lindsay, Russel Crouse, Ernest Lehman; Música: Richard Rodgers, Oscar Hammerstein II; Fotografía: Ted D. McCord; Intérpretes: Julie Andrews, Christopher Plummer, Eleanor Parker, Richard Haydn; Duración: 172 minutos.

María von Trapp, protagonista real en la que se basaba el personaje de Julie Andrews, no recibió crédito por su libro autobiográfico, que fue punto de partida de las peripecias de una novicia que decide abandonar el convento para ocuparse de educar a los hijos de un oficial de la marina viudo que no deben darle suficiente trabajo como institutriz, ya que se hace un combo enredándose sentimentalmente con el padre de las criaturas, compitiendo en inicial desventaja, pero recortando posiciones rápidamente, con una fémina de clase alta que también pretende al prolífico progenitor. Para animar todo ese enredo emotivo un poco más, entran en escena los nazis, que en su ascenso al poder le complican la vida a la peculiar familia numerosa obligándola a salir por piernas de Austria después de solventar algún que otro problemilla de ideología con las amistades de sus retoños.

Robert Wise volvió a triunfar en los premios Oscar con este largometraje tras West Side Story, consiguiendo premio en las categorías de mejor película, director, sonido, montaje y música, de Irwin Kostal. La película fue nominada también a la mejor actriz, mejor actriz de reparto (Peggy Wood), fotografía en color, dirección artística en color y diseño de vestuario en color. Julie Andrews ganó el premio David Di Donatello del cine italiano como mejor actriz extranjera, siendo nominada en su país natal, Inglaterra, como mejor actriz en los premios Bafta (nadie es profeta en su tierra, ese año premiaron a Julie Christie por Darling, donde su papel de modelo amoral le ganó la partida a la aspirante a monja de Sonrisas y lágrimas). Andrews se resarció ganando el Globo de Oro a la mejor actriz en comedia o musical, mientras la película era galardonada en esos premios como mejor comedia o musical del año, con nominaciones para el director y para Peggy Wood como mejor actriz de reparto.

M J P.

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CABARET

1972; EE. UU.; Color; Director: Bob Fosse; Guion: Joe Masteroff, John Van Drutten, Christopher Isherwood, Jay Presson Allen; Música: John Kander; Fotografía: Geoffrey Unsworth; Intérpretes: Liza Minnelli, Joel Grey, Michael York, Helmut Griem, Marisa Berenson; Duración: 124 minutos.

Parte del musical estrenado en los escenarios en 1966 con música de John Kander y letras de Fred Ebb sobre el libreto de Joe Masterhoff, que se basaba en la obra Soy una cámara, de John Van Drutten, estrenada en 1951, la cual a su vez era una adaptación de la novela Adiós a Berlín, de Christopher Isherwood, publicada en 1939.

De esta colección de fuentes de inspiración/adaptación surge la historia ambientada en Berlín durante la República de Weimar, año 1931, cuando el ascenso del partido nazi empieza a mostrarse como imparable. En ese entorno, una artista de cabaret enamorada de dos hombres es testigo de la deriva hacia el terror que vive Alemania y se ve representada de algún modo en los números musicales que traducen esa realidad sobre la fantasía musical del escenario, articulándose así una especie de relato paralelo.

Bob Fosse encontró el éxito tras el fracaso de su anterior trabajo, Noches en la ciudad, estrenado en 1969 y protagonizado por Shirley MacLaine. Cabaret ganó el Oscar a la mejor actriz, para Liza Minnelli, actor de reparto (Joel Grey, padre de la protagonista de Dirty Dancing), director (Fosse le ganó la partida a Fancis Coppola, nominado por El padrino), fotografía (que reproducía la estética y colores de los documentales de propaganda nazis), dirección artística, sonido, montaje y música adaptada, de Ralph Burns (la música original se la llevó Candilejas, de Charles Chaplin). Además fue nominada en las categorías de mejor película y guion adaptado, que perdió en beneficio de El padrino. Ganó también cuatro premios Bafta: los de mejor actriz, dirección artística, dirección, película, actor revelación (Grey), sonido y fotografía; el David Di Donatello a mejor película y actriz extranjera; y los Globos de Oro a mejor actriz en comedia o musical, mejor actor de reparto (Grey) y mejor película de comedia o musical.

M J P.

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GREASE

1978; EE. UU.; Color; Director: Randal Kleiser; Guion: Jim Jacobs, Warren Casey, Bronte Woodard, Allan Carr; Música: Michael Gibson; Fotografía: Bill Butler; Intérpretes: Olivia Newton-John, John Travolta, Stockard Channing, Jeff Conaway, Barry Pearl, Michael Tucci, Kelly Wad, Didi Conn, Dinah Manoff, Eve Arden, Frankie Avalon, Joan Blondell, Sid Caesar, Alice Shotley, Edd Byrnes, Jamie Donnelly; Duración: 110 minutos.

Nominada al Oscar a la mejor canción original por “Hopelessly Devoted to You”, compuesta por John Farrar, colaborador habitual de Olivia Newton- John, que interpretaba el tema en su función como Sandy, la película se basa en un musical de 1971 de Jim Jacobs y Warren Casey, cuyo título aludía a la subcultura de la juventud de clase trabajadora de la sociedad estadounidense en los años cincuenta, conocidos como greasers. La trama del musical y de la película se sitúa en un instituto en 1959. En la película no quedó mucho de la naturaleza más salvaje que tenía el musical original antes de pasar por el filtrado de acomodación a las claves más clásicas del musical siendo domesticado, pero esa primera naturaleza que lamentablemente ninguno de los distintos montajes posteriores sobre los escenarios parece interesado en recuperar frente a las versiones más comerciales, quedó impreso de algún modo en la versión cinematográfica a través del personaje de Rizzo interpretado por Stockard Channing. Y somos muchos los que seguimos pensando que habría sido más interesante ver la versión desatada de la protagonista interpretada por Olivia Newton-John, intuida en el desenlace tras su transformación. O, dicho de otro modo, que quizá más que nuevos montajes del musical que ya conocemos sería interesante que alguien se atreviera a plantearse una secuela con los personajes de Rizzo y Sandy recuperando la clave original más sarcástica y agresiva de la primera versión del musical, que en su origen se presentó en un club nocturno de Chicago.

Grease fue nominada al Globo de Oro en las categorías de mejor comedia o musical, actor, actriz, y canciones originales, por el tema “Grease”, de Barry Gibb, y el tema “You’re the One that I Want”, de John Farrar.

M J P.

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HAIR

1979; EE. UU., Alemania occidental; Color; Director: Milos Forman; Guion: Gerome Ragni, James Rado, Michael Welles; Fotografía: Richard C. Kratina, Miroslav Ondrícek, Jean Talvin; Intérpretes: John Savage, Treat Williams, Beverly D’Angelo, Annie Golden, Nicholas Ray; Duración: 121 minutos.

Contando con la música de Galt MacDermot, se basa en el musical rock que abordó la contracultura hippie y la revolución sexual de finales de los años sesenta. Por su propia temática era una propuesta de ruptura en los musicales cinematográficos, aún más si tenemos en cuenta que también tenía entre su repertorio temático y musical referencias a la guerra de Vietnam, el pacifismo y el uso de drogas, así como escenas de desnudo que convirtieron esta propuesta en carne de polémica. Todo ello sirvió para inaugurar el cambio de paradigma en las propuestas del teatro musical, redefinido en el género de musical rock, que además apostaba por la integración racial en sus repartos e incluso incorporaba a los espectadores al escenario en su número final. Su carrera sobre los escenarios comenzó en el circuito off Broadway en 1967, saltando un año más tarde a los escenarios de Broadway en Nueva York y el West End en Londres.

El argumento de la película, que hizo muchos cambios sobre el musical original, no solo en el orden de los temas musicales, sino también en el propio argumento, que es diferente, sino en los propios personajes, sigue los pasos de Claude Bukowski, un joven del entorno rural que abandona su Oklahoma natal para integrarse en la Tribu, una comunidad hippie de Nueva York, siguiendo los pasos de una muchacha.

El largometraje ganó los premios David Di Donatello italianos correspondientes al mejor director y mejor música extranjero, siendo nominado al Globo de Oro en las categorías de mejor película de comedia o musical y mejor actor revelación para Treat Williams.

Forman reclutó a más de 20 000 extras para interpretar algunos de los números musicales de la película, incluyendo el carismático “Let the Sun Shine In”.

M J P.

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ALL THAT JAZZ (Empieza el espectáculo)

All That Jazz

1979; EE. UU.; Color; Director: Bob Fosse; Guion: Robert Alan Aurthur, Bob Fosse; Música: Ralph Burns; Giuseppe Rotunno; Intérpretes: Roy Scheider, Jessica Lange, Ann Reinking, Leland Palmer, Cliff Gorman, Ben Vereen, John Lithgow, Sandahl Bergman; Duración: 123 minutos.

Ganadora del Oscar a la mejor dirección artística, diseño de vestuario, montaje y música, de Ralph Burns, fue nominada además en la categoría de mejor película, que perdió en beneficio del folletón sobre el divorcio Kramer contra Kramer, en un año en el que competían en la misma categoría no solo All That Jazz, sino también Apocalypse Now, Norma Rae y Breaking Away, cualquiera de ellas más merecedoras de premio que la finalmente premiada. Otro tanto podría decirse de la categoría de director, en la que Robert Benton se llevó el premio al mejor director frente a, ojo al despropósito, Bob Fosse por All That Jazz, y Francis Coppola por Apocalypse Now. Tampoco parece muy justo que Dustin Hoffman se llevara premio al mejor actor principal sobre el gran trabajo de Roy Scheider. Las otras dos nominaciones fueron a mejor guion original y mejor fotografía, categoría en la que el gran trabajo de Giuseppe Rotunno fue reconocido en los premios Bafta del cine británico junto al montaje de Alan Heim. Roy Scheider fue nominado a mejor actor de comedia o musical en los Globos de Oro, perdiendo frente a Peter Sellers en Bienvenido Mr. Chance.

La película es en todo caso un brillante ejercicio de renovación del musical e incorpora numerosas pinceladas de crítica y autoparodia del mundillo que rodea a los montajes musicales que el propio Bob Fosse saca de sus propias experiencia, convirtiendo al personaje del coreógrafo famoso que interpreta Roy Scheider en una especie de alter ego de sus propias peripecias existenciales, lo que le otorga a toda la película uno de los muchos rasgos fellinianos que luce, acercándose a la obra maestra de Federico Fellini, Ocho y medio, en algunos momentos, con la idea del sueño como revelación, y con una aparición igualmente felliniana de Jessica Lange interpretando a una muerte vestida de novia.

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